En la pluma y el pergamino, habitan los espíritus,
de escritores eternos, en su etérea morada,
donde el viento murmura, sus versos infinitos,
en las líneas trazadas, de una historia anhelada.
Edgar Allan Poe, en su penumbra profunda,
Mario Benedetti, con su luz resplandeciente,
Giovanni Quessep, la poesía fecunda,
Pablo Neruda, voz del amor latente.
Gabriel García Márquez, tejedor de lo mágico,
en la vasta pradera de la fantasía,
sus letras trazan senderos, en lo enigmático,
donde el alma se eleva, en su alquimia.
La escritura, divina en su arte refinado,
donde el ser se desnuda, en cada pluma,
los escritores, en su amor consagrado,
hilan sueños y verdades, en la bruma.
Que fluyan las letras, como ríos de oro,
que la pluma dibuje, sueños sin final,
que la literatura sea faro y tesoro,
donde los corazones alcen su vuelo celestial.
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