En Popayán, una ciudad marcada por la tradición y la historia, nació y creció “Carlos Augusto Escobar Mendez”, hoy ingeniero de sistemas y pilar en un colegio público de la ciudad. Su vida profesional parecía destinada a otros rumbos: trabajó en un bufete de abogados y se formó sólidamente en el campo técnico y de la ingeniería de sistemas. Sin embargo, el destino lo condujo a un lugar inesperado: una institución educativa reconocida por el reto que representaba su población estudiantil.
Al llegar, lo hizo con desconfianza. “Solo me quedaré un mes”, pensaba, convencido de que su paso sería breve. Pero todo cambió gracias a un estudiante: “Alejandro”, un joven brillante y motivado que despertó en él la certeza de que su talento podía transformar vidas. Esa chispa lo llevó a quedarse, y con el tiempo, a encontrar en la educación no solo una opción, sino una vocación.
Su rutina diaria es exigente. Entre cargas administrativas y labores técnicas, siempre busca espacio para lo que más le apasiona: trabajar directamente con los estudiantes. En los pasillos del colegio no solo le reconocen por su conocimiento, sino también por las historias que deja a su paso. Una de ellas es la de aquel estudiante que al inicio lo veía con temor, y que ahora, después se convirtió en su colega, símbolo del impacto humano que ha logrado.
Los retos no han sido pocos. El ambiente escolar, a veces duro y demandante, exige paciencia y compromiso. Sin embargo, Carlos se siente orgulloso de haber apostado por la educación pública, convencido de que allí ha sembrado sus mayores logros. Habla con orgullo de la huella que ha dejado en las nuevas generaciones, no solo en lo académico, sino también en lo humano.
A sus estudiantes les deja un consejo sencillo y profundo: “leer y cultivar la inteligencia emocional”. Está convencido de que estos dos hábitos abren puertas, fortalecen el carácter y preparan para la vida.
De cara al futuro, Carlos no se imagina jubilado ni lejos de la escuela. Más bien sueña con dejar un legado: proyectos tecnológicos, programas de formación y, sobre todo, la semilla de la mentoría en quienes un día tomarán su lugar.
La entrevista concluye con una sonrisa serena. Carlos se siente satisfecho con el camino recorrido. Lo que empezó como una decisión temporal se convirtió en un proyecto de vida. En cada estudiante que inspira, en cada anécdota compartida, se revela la historia de un hombre que encontró en la educación pública la misión de su vida.
AUTOR: Lina Cuaspud, María Pajoy, Daniela Mabesoy
Sección 11:06


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