Kurt Cobain

Antes de convertirse en ícono del grunge, Kurt Cobain fue un chico cualquiera de un pueblo gris llamado Aberdeen. Creció en un hogar complicado, con pocos recursos y mucha soledad, pero encontró en la música un refugio real y profundo. Inspirado por los Beatles y el punk, comenzó a tocar guitarra y escribir canciones desde muy joven, volcando en ellas todo lo que sentía.

Su banda, Nirvana, nació de la amistad con Krist Novoselic, en un garaje frío y sin grandes expectativas. Lo admirable es que creyó en su arte, incluso cuando nadie más lo hacía. En sus letras hablaba de dolor, incomodidad, frustración y rebeldía, temas que aún conectan con muchos jóvenes en todo el mundo.

Su historia nos recuerda que no hace falta tenerlo todo para empezar algo grande. Que está bien sentirse perdido a veces, y que el arte, la música o la escritura pueden ser salidas válidas y poderosas. Cobain nos enseñó que incluso desde el rincón más oscuro se puede hacer ruido, expresar quién eres y ser escuchado.

Su inicio no fue perfecto, pero fue auténtico.

 Y eso lo hace profundamente inspirador.